Historia de las Lámparas de Aceite
Después de que la raza humana primero domó el fuego y comenzó a usarlo como fuente de luz, apareció la necesidad de una llama más pequeña y controlable, una solución más sofisticada, por así decirlo. La primera solución de este tipo fue una lámpara de aceite alrededor del 70.000 a.C. Los primeros humanos utilizaban como recipiente conchas, rocas hueca o cualquier material no inflamable y en ellas algo de musgo empapado con grasa animal que encendían y quemaban con una llama.
A medida de que la industria se desarrolló, también se desarrollaron los materiales con los que se fabricaban las lámparas de aceite y el combustible. Las primeras lámparas de aceite con materiales hechos por el hombre se encontraron en Egipto, Grecia y Roma y se consideran probablemente los primeros objetos producidos en masa en la historia.
Estaban hechas de terracota, bronce, piedra y alabastro, en forma de un plato que contenía aceite y un lugar para una mecha que prolongaba la combustión y evitaba que toda la superficie del aceite se incendiara. Eran más fáciles y seguras de transportar que las antorchas, eran reutilizables y dejaban menos residuos.
El aceite de oliva se utilizó como combustible, así como el aceite de sésamo, el aceite de pescado, el aceite de ballena y la cera de abejas. Del plato abierto se cambió al diseño cerrado con pico por mecha y de la producción alfarera a la producción en molde que daba mejor calidad y permitía la decoración de las lámparas.
Ese diseño se mantuvo igual hasta el siglo 18 cuando se inventó la "lámpara de Argand". Esa lámpara consistía en un recipiente para aceite como todas las otras lámparas, pero tenía una mecha cilíndrica que daba una llama más grande y una chimenea de tubo de vidrio alrededor de la llama para dirigir el tiro, haciendo una llama más fuerte y haciendo que la lámpara fuera más segura para llevar.
El reinado de la lámpara de aceite duró hasta mediados del siglo 19 cuando la lámpara de queroseno aparece en escena, pero en algunos lugares perduró hasta bien entrado el siglo 20, especialmente en los lugares que tenían electricidad tarde. Hoy en día se utiliza como luz de ambiente o en ceremonias religiosas.
El uso de la lámpara de aceite siempre fue múltiple. Además de su uso en el hogar y para el trabajo (incluso como luz principal en los faros), encontró un gran uso en los rituales de muchas religiones desde el comienzo de la historia escrita. Los antiguos egipcios encendían miles de lámparas de aceite en los templos, sus hogares y lugares públicos.
Utilizaron lámparas de aceite para iluminar las estatuas de los dioses al igual que los griegos. Los romanos encendían las lámparas de aceite antes de la oración al símbolo de Vesta, diosa del hogar. En el judaísmo, la lámpara de aceite encendida simboliza iluminar el camino para los justos y los sabios y todos los valores positivos. En el cristianismo simboliza la vida eterna y el mismo Dios. Se enciende (por ejemplo) cuando se consagra la iglesia e, idealmente, ardería desde ese momento para siempre. En el islam, la lámpara de aceite se usa como una parábola para Dios. El hinduismo y la religión popular china también utilizan lámparas de aceite en sus rituales como métodos de iluminación y como símbolos.
En la foto ves una lámpara de aceite romano proveniente de Pompea. Ahora, ¿ya conoces la nueva generación de lámparas de aceite?