Historia de las Lámparas de Aceite


Después de que la humanidad dominara el fuego y lo utilizara como fuente de luz, surgió la necesidad de una llama más pequeña, controlable y duradera. La respuesta fue la lámpara de aceite, una solución más sofisticada que acompañó a las civilizaciones durante milenios.

Los orígenes: las primeras lámparas de aceite


Las primeras lámparas de aceite se remontan aproximadamente al 70.000 a.C.. Nuestros antepasados utilizaban conchas, piedras huecas o recipientes no inflamables llenos de musgo impregnado en grasa animal, al que prendían fuego para obtener luz.

Evolución de los materiales y diseños


Con el desarrollo de las civilizaciones, evolucionaron tanto los materiales como el combustible. Las primeras lámparas de aceite manufacturadas se hallaron en Egipto, Grecia y Roma, y probablemente fueron de los primeros objetos producidos en serie de la historia.

Se fabricaban en terracota, bronce, piedra o alabastro, normalmente en forma de plato que contenía aceite con un espacio para la mecha. Este diseño aseguraba una combustión prolongada sin riesgo de incendiar toda la superficie del combustible. Eran reutilizables, más fáciles y seguras de transportar que las antorchas, y generaban menos residuos.

Combustibles utilizados


Los combustibles variaban según la región: aceite de oliva, aceite de sésamo, aceite de pescado, aceite de ballena o cera de abejas. Con el tiempo, el diseño evolucionó del plato abierto a un recipiente cerrado con pico para la mecha, y de la producción artesanal a la producción en moldes, que permitió una mejor calidad y decoración.

La revolución del siglo XVIII: la lámpara de Argand


Este diseño básico se mantuvo hasta el siglo XVIII, cuando Aimé Argand inventó en 1780 la lámpara de Argand.

Su gran innovación fue la mecha cilíndrica, que permitía la entrada de aire tanto por dentro como por fuera, logrando una llama más luminosa y estable. Además, incorporaba una chimenea de vidrio, que mejoraba el tiro de aire y hacía la combustión más segura y eficiente.

El quinqué: perfeccionamiento y popularización


Pocos años después, en 1783, Antoine Quinquet perfeccionó la lámpara de Argand. Mejoró y popularizó el uso de la chimenea de vidrio, optimizando la circulación del aire y estandarizando el diseño.

Gracias a estas mejoras, la llama resultaba más intensa y uniforme. El invento se difundió rápidamente por toda Europa y acabó siendo conocido con el nombre de su impulsor: el quinqué.




Transición a la lámpara de queroseno


El quinqué y las lámparas de aceite dominaron la iluminación hasta mediados del siglo XIX, cuando apareció la lámpara de queroseno, un combustible más barato y abundante. En muchos hogares y comercios siguieron utilizándose hasta bien entrado el siglo XX, sobre todo en zonas donde la electricidad tardó en llegar.

Hoy en día, las lámparas de aceite se emplean principalmente como luz ambiental, decorativa o ceremonial.

Uso ritual y simbólico de las lámparas de aceite


Además de iluminar hogares, talleres y faros, las lámparas de aceite tuvieron un papel central en la vida espiritual:

· Egipto: se encendían miles de lámparas en templos y espacios públicos.

· Grecia y Roma: se ofrecía luz a los dioses o se utilizaban en oraciones a Vesta, diosa del hogar.

· Judaísmo: simboliza la luz de los justos y sabios.

· Cristianismo: representa la vida eterna y la presencia de Dios.

· Islam: se emplea como metáfora de la divinidad.

· Hinduismo y religiones populares chinas: las lámparas de aceite acompañan rituales y celebraciones.

De la tradición a la hostelería moderna


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En la foto al principio se mostraba una lámpara de aceite romana proveniente de Pompeya.

Hoy, en el mundo de la restauración, también puedes descubrir la nueva generación de lámparas de aceite para hostelería y restauración, que todavía en España algunos siguen llamando tradicionalmente quinqués.


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